jueves, 27 de diciembre de 2012

















Necesitaba un Cola-Cao y que le dieran las buenas noches.
Pero no necesitaba un Cola-Cao cualquiera ni le daba igual quién le diera las buenas noches.
Quería que fuera su madre quien le preparara la leche, con la sabiduría con la que todas las madres lo preparan, con esa confianza que tienen al remover los grumos, con esas sonrisa natural que no esperan que nadie vea y que a Martina le daba tanta seguridad tan tontamente. Desde bien pequeña recordaba a su madre dando vueltas a la leche de color indefinido con una expresión de calmada felicidad. Y esa imagen movía algo dentro, como mariposas en la tripa. Igual que las mariposas que se agarraban como el viento a las falanges de Violeta en aquella película que decidió convertir en su preferida desde la primera vez que la vio. Eran mariposas tranquilas, insectos de alas coloridas que conseguían darle tregua en medio del caos que era su vida. El Cola-Cao de mamá.
En cuanto a las buenas noches, pasaba de leones, de fotos de amapolas y de frases de libros que ni siquiera entendía. Quería otro animal, otra flor y una frase que nadie hubiera escrito antes  y que sonara real, no a refrán camuflado ni a palabras que parecen espontáneas y no lo son. Es más, no quería otro animal, quería carne, hueso y razón, una persona con diez dedos en las manos y diez en los pies, y sin pelaje. Quería piel y buenas noches de verdad. Y relamer los grumos del Cola-Cao en la cucharilla. 



miércoles, 26 de diciembre de 2012

Match Point For The World.


Hoy es una de esas noches en que podría llenar una página entera con insultos. Porque sí.
Porque odio que la vida dé esos reveses que nos obligan a correr de un lado a otro de la pista para acabar perdiendo la pelota, y el equilibrio. En cuestión de segundos se acabó el buen rollo.
Punto para el mundo.
Si empezaste el partido de risas, basta que mencione alguien un nombre que hacía tiempo que no oías para que se hundan esos meses en que creías tener bajo control todo cuanto ese nombre significa.
Punto para el mundo.
Y cuando consigues reponerte mínimamente de ese primer revés, y te creces al ver que tus mejores amigos te animan desde la grada, uno de ellos pierde la pelota entre las hojas.
Se acabó el buen rollo. Punto de partido para el mundo.
Mira a ver si lanzas las pelotas de otra manera. 



domingo, 16 de diciembre de 2012

Las velas.

Cortó el último trozo de celo y lo puso sobre el lado del papel que le quedaba por cerrar. Se acordó entonces de cuando su compañero de cuarto, en los años en que era estudiante, le había enseñado a utilizar el portacelos para evitar pelearse con él y acabar usando los dientes. 
Le había llevado meses dar con el regalo perfecto y ahora temía que a Eva no le gustase. Pero por otro lado estaba orgulloso de lo que había preparado. 
A ella le daba lo mismo lo que le regalara, se conformaba con el perfume de cada año y con encender velas en la misma mesa de siempre para que no pareciera una cena como las de siempre. Aunque, de cualquier forma, serviría el menú de cada noche: una ensalada y una tortilla francesa, con un vaso de agua para él y una cerveza sin alcohol para ella. 
Realmente lo único que marcaba la diferencia con la cena del día anterior y la del día siguiente eran las velas. 
No aguantó hasta los postres (una natilla de chocolate para él y un kiwi maduro para ella); le tendió el paquete envuelto en papel de regalo y le pidió que lo abriera con la voz quebrada. 
Vio cómo la llama de las velas se apagaba en los ojos de Eva. 
No comieron postre. 



sábado, 15 de diciembre de 2012


Siempre fue así. Siempre quise irme lejos y hacer cosas bonitas, porque ya hay suficiente mierda en el mundo. 
Todavía es así. Todavía puedo coger la mochila, o las botas y subir al primer tren que pase por delante de la puerta. Y que me lleve al borde de las tuberías, donde esta bola azul vomita la basura que producimos. Allí haré lo que siempre he querido hacer: mirar mi reflejo en el agua sin tenerle miedo al animal que me pasó la rabia y que aparecerá sobre la sal de un mar en el que ahogaré todas las bestias. Le sacaré una foto a mis colmillos para colgármela de una correa de cuero y acordarme de quién fui, quién soy y quién seré. Pero te esconderé muy por debajo de la piel para que seas menos, y pueda ser yo más.
Y haré cosas bonitas.


sábado, 8 de diciembre de 2012


Lo primero, o lo útlimo según se mire, son las lágrimas de algunos y los te echaremos de menos, no te olvidaremos, seguiremos siendo amigos, iremos a verte…   Y luego viene cuando no cuentan contigo para los planes de Nochevieja, o cuando deciden irse fuera de la ciudad justo el fin de semana que tú vas a casa.
Pero no duermo peor por estas tonterías. Me basta con que Celia siempre me esté esperando en la esquina de mi calle y Mancholas me de un abrazo sincero y me llame fea.  Lo que de verdad me preocupa es verme dudar si el cajón de las bragas es el de arriba a la izquierda o el de abajo. O cuando no me acuerdo de dónde guarda mi madre las medicinas. O de cómo se graba una película en la televisión del salón donde he pasado tantas horas. Y aún me preocupo más cuando veo que el calendario de Maitena y el de arte urbano se han quedado en la página del 17 de agosto; y pienso que por aquel entonces todavía vivía aquí y era verano y llevaba vestidos blancos y comía helados de regaliz.
Me he asustado este fin de semana porque no sé qué calle es peatonal ni por qué lado pasa el tranvía. Porque me siento como una extranjera en mi propia ciudad.
Lo que os decía, dilemas del primer mundo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

NADAL









Supongo que es porque en la universidad no está puesta la calefacción, y porque esta mañana Nuria me ha despertado levantando la persiana antes de tiempo. Y porque ayer hablé con Celia, y antes de ayer con Leo.
Supongo que es por todo esto y porque los zapatos nuevos me hacen daño. Se me está alargando la semana que acaba de empezar, y no veo el momento de salir por la puerta de la residencia hacia la estación de buses para ir a casa. A CASA.
Supongo que es porque estas son mis primeras Navidades fuera de casa y se nota, aunque hayamos hecho lo posible por decorar la habitación e intentar hacer acogedor el espacio de 15 metros cuadrados que tenemos por dormitorio/baño. Es cierto que no ha quedado nada mal con las lucecitas blancas y los arbolitos de cartulina verde. Además me he traído el edredón de diciembre. Y duermo con la sudadera de siempre.
Pero sigue sin ser lo mismo, porque no puedo salir enganchada al brazo de mi madre para ir a ver las luces del El Corte Inglés ni las de Independencia. Ni tampoco puedo repetirle mil veces a mi padre que ya es Navidad para que me responda siempre que es sólo un invento de los grandes centros comerciales, y una llamada al consumismo y blablablabla.
Me consuela tener el calendario de adviento al lado de la ventana. Y me consuela llevar gorros de lana y saber que mamá nos regalará el pijama calentito del Primark como cada año a mi hermana y a mí, aunque ninguna de las dos empecemos la Navidad en casa.
Resumiendo, ¡feliz Navidad a todos!, especialmente a los que no tiene espíritu navideño.




domingo, 2 de diciembre de 2012

martes, 20 de noviembre de 2012


 Esta no es la experiencia que yo andaba buscando. Yo quería corazones sin espinas. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Somos un desastre.



Érase que se era una vez, dos y tres veces un niña imantada-
Vivía en una casa de paja, sin ningún tipo de eletrodoméstico y estudiaba allí por su cuenta porque si salía a la calle, todo lo metálico acababa pegándose al imán que colgaba de su pecho
Se hartaba de que todos la miraran como si llevase un imán gigante en la cara.
Oh,oh. Era justo eso lo que ocurría.
No era justo que se rieran de ella. El vecino tenía alas y dos calles más abajo vivía Betty, la niña de las zanahorias en la cabeza.
Pero no se reían de ella por tener un imán. Aquello era lo menos importante.
Se reían de ella porque era diferente, porque se paseaba con un libro en la mano, bailaba por la calle y cantaba en el autobús.
Por eso decidió que no quería salir de casa. Al principio no le importaba lo que pensaran de ella, pero acabó afectándole mucho.
Hasta el día en que tuvo que salir a comprar manteca de cacahuete a la tienda de la esquina porque se le habían acabado las reservas de la despensa.
Al entrar, agachó la cabeza para evitar cruzarse con las miradas de los demás niños, y cuando llegó al pasilo de las mermeladas se encontró con un chico al que no había visto nunca. Estaba bailando y cantando, con unos auriculares de diadema rojos en la cabeza.
La niña imantada sonrió y él se quitó el auricular de una oreja, le tendió la mano y dijo: "Hola, soy el amante guisante!"
Y fueron felices y comieron manteca de cacahuete con galletas Oreo!
Fiiiin ^^


viernes, 16 de noviembre de 2012

Nunca me ha gustado llamar la atención, pero en cambio siempre he sido el tipo de chica que se sube a las barras de los bares a salpicar cerveza con los tacones embarrados.



martes, 13 de noviembre de 2012

PEQUEÑECES

Yo no veo lo que ve todo el mundo en el Paseo de Gracia. No me fascinan los edificios descomunales, ni las tiendas caras, ni la Pedrera, ni la Casa Batlló. No me fijo en los grupos de japoneses con cámaras, ni en la cantidad de luces de Navidad que cuelgan apagadas entre las dos aceras. 
Es todo tan desproporcionado que no me queda más remedio que perderme en las cosas pequeñas: 
En la chica de los ojos grises que anda deprisa y con mala cara para llegar a la farmacia. 
En las diminutas flores naranjas que adornan algunos tramos en medio de todo el gris. 
En los zapatos de charol rojo de estilo años 20.
 En que hay un McDonalds entre dos tiendas cuyo nombre nombre no recuerdo, pero seguro carísimas. 
En la bicicleta con silla para un niño que está enganchada a la señal de "No estacionar. Se avisa a grúa.".

     Y en esas  cosas. Pequeñeces



lunes, 12 de noviembre de 2012

Into The Wild Barcelona: El metro


Llevo muy mal lo del metro. Es seguramente lo que menos me gusta de Barcelona.
 Tengo tantas cosas que decir sobre el metro… Empezando por que tengo diez minutos de camino a la parada más cercana. Cuesta arriba. Y otros 25 en el cacharro maloliente hasta la universidad (otra institución de la que hablaré en otro momento, cuando ordene todas las quejas que tengo sobre ella).
    Odio el metro porque me muero de pena cada vez que el tren de la vía contraria viene para llevarse a los ejecutivos impacientes como si los barriese; y me quedo siempre sola, con las rodillas contra el pecho en uno de los bancos de mármol gris. Sí, lo sé, una imagen muy patética.
    Odio el metro porque siempre lo cojo al revés y me veo obligada a coger muchos más para rectificar, y por cada tren que cojo aumenta mi odio.
    Odio el metro porque lo odio y porque sí, y porque huele a humanidad. Pero a humanidad de la que no sabe lo que es la ducha ni el desodorante ni las colonias. Y hace calor, pero también hace frío. Y nunca hay sitio. Odio el metro porque la gente es muy sosa, y porque lo odio y porque punto. 

 Llegará el día que entre en el vagón más lleno del ferrocarril de las 9h25 y me ponga a gritar que ODIO EL METRO. O bien me arrancaré a cantar entre la multitud, como llevo pensando algunos días.
    Cantaré, bailaré y cuando todos me estén mirando con expresión de indiferencia o diversión, les diré que se unan. Entonces bajarán la mirada y seguirán con sus libros electrónicos, sus teléfonos inteligentes y demás aparatejos que algún día harán interferencia con las catenarias.
    Y para cuando regresen a sus casas ya no se acordará nadie de la loca que se puso a cantar y gritó que odiaba el metro.
    Me bajo en la siguiente parada.
P.D.: Me encanta el metro porque es el único rato que tengo para escribir.



miércoles, 7 de noviembre de 2012

Screugneugneu.


Últimamente, no sé por qué, me despierto cantando canciones de Pereza. Sí, Pereza, aquel grupo formado por dos divas de nombres canis que se dedicaban a vestir pitillosasfixiapiernas y a hacer como que eran los Simon & Garfunkel* españoles. Bueno, quizás me he pasado  un poco con la comparación.
El caso es que me hace gracia porque hace siglos – y cuando digo siglo es siglos- que no escucho una canción suya. Pero para eso sirve la memoria a largo plazo, para que se almacenen las letras de una canción viejérrima en algún recóndito lugar del cerebro y un buen día, siglos después, te levantes y veas una frase flotando en nosesabebiendónde.
Estás perdido, porque te pasarás la mañana cantando exclusivamente ese cacho de canción – el resto de la letra no se almacenó bien en su momento- pero no te darás cuenta de que estás cantando lo que estás cantando hasta que hayas salido de casa y veas que lo que murmuras no sigue la letra de la nueva canción de Mumford & Sons.
Coño. Qué alegría, que buen día, qué bueno tenerte, qué  bien estoy, quién me lo diría. Cada díaaaaaa que sale el sol salgo a verte.
O bien Si quieres bailamos, me pongo los zapatos y me llevas, y me llevas contigo, por este mundo oscuro y desconocido del compás. Olvidarnos del tiempo perdido, despertar y ver que aún estás.
O mejor aún Ya no sé qué contarte que no te haya contado ya. Ya no sé que besarte que no te haya besado ya.
Entonces me enfado, porque yo no quiero cantar estas frases que siempre hablan de lo mismo y que no se corresponden para nada con mi estado de ánimo actual.
He llegado hoy a la conclusión – perdonad el retraso; ya sé que vosotros lo sabíais ya porque sois todos muy listos- de que todas las malditas canciones del mundo hablan de amor.
Yo no quiero que me hablen de amor. Quiero que me den amor. No sé a vosotros, pero a mí no me ayuda nada que Leiva, Rubén, Bob Dylan, Andy & Lucas o qualsevol  otro rey u otra mierda de cantantucho me cuente nada sobre el amor. No quiero que escriban letras para que me sienta identificada. Ahora mismo no quiero, y es lo que menos necesito.
 Así que si mañana puedo despertarme recitando la tabla periódica, que es de todo menos amor, mejor que mejor.
Y a los demás, ya que os sobra tanto amor, venid a dármelo a mí. Pero con sinceridad.

*Tremebunda exageración. Se quedaron por debajo de la altura del betún más profundo estos 'mataos' españoles. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Yo sólo quiero que venga Celia y se coma un bizcocho conmigo. No pido más que eso.

¿Y qué si me quiero terminar el bizcocho de zanahoria entero?¿Y qué si me miran mal en el comedor?¿Y qué si quiero volver a casa?¿Y qué si siempre he sido una chica amarga, que no amargada, no confundáis? El chocolate negro también es amargo y resulta que es el mejor para la cabeza. 
Haced el esfuerzo de entenderme, por favor. No pido más que eso. 


sábado, 3 de noviembre de 2012


Me pasa a menudo. Y sé a que vosotros también. Empiezas a notar cómo se te hinchan los ojos y sabes de sobra que te vas a echar a llorar en cuanto te metas en la cama. Mientras que cualquier otra noche te quedarías hablando con tu madre en la habitación, hoy sólo quieres librarte de ella para poder (des)ahogarte tranquila bajo el edredón que te conoce casi mejor que ella.
 Te enfundas en la colcha de colores de Ikea sonriendo para que no se dé cuenta de que vas a reventar en cuanto apague la luz. Le das las buenas noches como cada día, con cara de que nada te preocupa y de que vas a apoyar la cabeza en la almohada. Y es verdad, la vas a apoyar, pero también la vas a mojar. Y después sabes que te dormirás  porque llorar siempre te ha dado sueño.
No quiero volver a Barcelona porque esta tarde he estado con Sara y me ha dicho que me echa de menos, porque mi madre también me lo dice, y porque Nerea no se encuentra bien y quiero pasarme la semana entera dando paseos con ella, y con Celia, y con Pablo, y con Elena, y quiero ir a comprar libros con Papá Soñador, y perderme por esta ciudad que conozco como la palma de mi mano, y comer en casa, y discutir en casa y dormir en casa y no tener que echar de menos nada salvo a los que están fuera. Pero resulta que la que está  fuera soy yo y que no hay paseos con nadie, más que con mi arrepentimiento.
Me he columpiado. Mucho.
Ya nadie baila “de lejos por ti, porque te quiero”.

miércoles, 31 de octubre de 2012


Supongo que ya está. Que las cosas acaban tan rápido como empiezan y que entre el punto de partida y la meta preferimos pensar que no hubo recorrido. Que todo lo que sudamos por el camino se escurrió por las acequias y se encharcó con todo lo demás, que fue tanto y ahora parece nada.
No me lamento. O sí. Me escurro entre el recuerdo de unos brazos alrededor de mi cintura, y muchas veces más abajo, donde calienta el ombligo y donde se acaban las vértebras.
Me veo descalza, de madrugada, en pleno Paseo Sagasta, amarrada a unos cordones, haciendo equilibrios para no caerme. Para no caernos. Me acuerdo de todo cuando querría no acordarme de nada. No quiero que me venga a la cabeza ningún fotograma de la película que dirigimos y protagonizamos con tan escasos recursos. Quiero que no se abra el telón que da comienzo al desfile de paseos, tormentas, abrazos, manos huesudas, chocolate blanco, y vestidos blancos, labios rojos, el jardín, el abrigo marrón de plumas, el pelo largo, y luego corto, los columpios, el solar que nunca fue un solar, Miguel Hernández, los gatos negros, los canelones.
Se me eriza el pelaje sólo de pensar en los besos en la frente.

jueves, 25 de octubre de 2012

Yo también esperaría al león.



- Estás pensando continuamente en ella ¿no?
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque nunca hablas de ello.

Sabíamos que no funcionaría, 
incluso antes de conocerla.

Digamos que desde que era pequeña, siempre soñó con tener un león
Y esperas, y esperas, y esperas al león, pero no llega. 
Y al tiempo viene una jirafa. 
Puedes estar solo, o puedes estar con la jirafa
Yo esperaría al león










lunes, 15 de octubre de 2012

Little and boney.


No quiero que me impresionen. No quiero. Porque yo ya sé lo que me impresiona,  y no hay nada que vaya a sorprenderme en mucho tiempo.
No necesito que abráis tanto los ojos, ni que me encadenéis palabras, ni que dobléis tanto las rodillas.
No quiero sorpresas. No quiero canciones. Ni plata. Ni oro.  
No quiero que intentéis que quiera algo. Porque yo ya sé lo que quiero.



lunes, 8 de octubre de 2012

PERSONAS QUE ESTÁN PERO NUNCA SE QUEDAN

Una vez más, una película más. Una de mis preferidas. Personas que están pero nunca se quedan. 






domingo, 30 de septiembre de 2012

Permiso para hablar.


Le voy a cantar Holocene en las tablas de madera aunque haga frío y lleve el vestido negro escondido bajo la sudadera; aunque no haga juego con el gorro de lana. Le voy a cantar Holocene porque al final siempre acaban ganando los ojos castaños a los ojos de oliva. ¿Quién dice que un gato no pueda tener las pupilas color avellana o negras como las noches de súplicas descafeinadas? Se ha ganado los acordes de Bon Iver porque empieza a hacer frío y salió con las pestañas como abanicos para doblar las esquinas con una luna que nunca antes había visto.
Y por si fuera poco, le dio las gracias por ponerse las zapatillas, y la llevo a Tiffany’s, donde todos los veían pero nadie los miraba.
Y por si fuera poco, la dejó agarrarse a sus palabras en la barandilla de incendios.
Y por si fuera poco, significó mucho. 


sábado, 29 de septiembre de 2012



Ya echo de menos mi rinconcito de cielo y luces barcelonés. 





Pequeño diccionario etimológico:


· Fracaso: del latín 'frangere', romper, estrellarse.
· Dececpción: (no he encontrado nada). Pero... bueno, ya sabéis. Eso que se mete entre las clavículas y detrás de la nuca. 
· Traición: del latín 'traditio, traditionis', entregar(se) al otro bando, al enemigo. 

MY NAME IS TTREASON. AGAIN.

     Cortáis como las hachas y doléis como echar sal en las heridas, o heridas en la sal. Aunque cada día tengo más claro que la que corta y duele soy yo misma, y mis traiciones descuidadas. Me acuerdo de aquella entrada que escribí un domingo de resaca después de un sábado que me desvió y me da rabia porque sí, porque era sincera y lo sigo siendo, pero las ciudades grandes y las vidas nuevas me desbocan. Necesito un lobo, o un león que calme a la pantera. Necesito muchos pijamas, muchas mantas y muchos libros para volver a naufragar en el edredón. Pero quiero compañía, porque naufragar solo es tan triste como las mujeres de ojos negros. Como yo, que cada día los tengo más oscuros y más profundos, pero más vacíos también. Quiero que alguien me los vuelva a llenar de pentagramas, de tinta en papeles amarillos, de pestañas espesas, de agua salada. 
Quiero. Quiero. Quiero. Quiero. Quiero y no puedo. 
Como siempre. 


Para los cuatro gatos que vagabundeen por este blog de vagabunda, esta es la entrada a la que me refiero. Y la que se me ha metido entre el pecho y la columna para no dejarme descansar este fin de semana de manta, lápiz y música de lluvia.

http://elfelinoentreelcenteno.blogspot.com.es/2012/01/my-name-is-treason.html

Jo.

HOW DOES IT FEEL TO BE ON YOUR OWN?
WITH NO DIRECTION HOME
LIKE A COMPLETE UNKNOWN
LIKE A ROLLING STONE?



miércoles, 26 de septiembre de 2012

Barcelona de segunda mano




Lágrimas de trompeta

     No hay nada tan triste como una trompeta de jazz intentando hacerse hueco entre las guitarras, los pianos o el mismo silencio. Odio el jazz de trompetas, me pone amarga y me recuerda a noséqué, a algo de cuando era pequeña y mi madre estaba cerca. Puede que estuviéramos viendo una película que tenía por extra una trompeta desgarradora que sólo yo debí de escuchar.
     
     O puede que las trompetas tristes sólo suenen en mi cabeza. 



(No es jazz, pero hay una trompeta y el título es 'Monstruos')

martes, 25 de septiembre de 2012

Tan pronto me sonrío por ver a un chico joven tricotando en el metro como me destrozo los dedos pulgares por la impotencia de no saber querer.



Come on skinny love just last the year 
Pour a little salt we were never here 
My, my, my, my, my, my, my, my 
Staring at the sink of blood and crushed veneer 

I tell my love to wreck it all 
Cut out all the ropes and let me fall 
My, my, my, my, my, my, my, my 
Right in the moment this order's tall 

I told you to be patient 
I told you to be fine 
I told you to be balanced 
I told you to be kind 
In the morning I'll be with you 
But it will be a different "kind" 
I'll be holding all the tickets 
And you'll be owning all the fines 

Come on skinny love what happened here 
Suckle on the hope in lite brassiere 
My, my, my, my, my, my, my, my 
Sullen load is full; so slow on the split 

I told you to be patient 
I told you to be fine 
I told you to be balanced 
I told you to be kind 
Now all your love is wasted? 
Then who the hell was I? 
Now I'm breaking at the britches 
And at the end of all your lines 

Who will love you? 
Who will fight? 
Who will fall far behind?

lunes, 24 de septiembre de 2012

LAS NOCHES DE BARCELONA

     Los aviones en el cielo y el ruido de los fuegos artificiales no muy lejos de un séptimo piso de Barcelona. 
   Y Yellow Brick Road con la ventana abierta y un incienso de miel a medio quemar. 
     Y Nuria y yo en sendas mesas, cantando.



sábado, 22 de septiembre de 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

Into The Wild Barcelona. Capítulo Meheperdidoconlacuenta

     Lo peor que puede hacer uno es crearse expectativas, por altas o bajas que sean.  Hoy estoy apagada, como el sol de Barcelona, y para darme un poquito de vida he salido a pasear por El Raval. He caminado por las calles estrechas, he entrado en las tiendas de segunda mano, he comprado dos discos en uno de Belle &Sebastian... Todo ello con la esperanza (y el deseo) de que al doblar cada esquina apareciera uno de esos Mr. Darcy con los que sueño las 24 horas del día. Por supuesto no ha ocurrido tal cosa. 
Tan distraída iba imaginando lo guapo que sería 'mi' chico que me he perdido por las callejuelas. Con tan buena fortuna que he caído en un café acristalado con expositores estilo años 50 y un pastel de zanahoria y nueces. 
Y ahora me veo sentada en una mesa de madera, con mi bizcocho casero, dos camareros a cuál más elegante y dos colegas hablando de Wess Anderson, cineasta del que me habló Julián hace tres días. 


NO PENSÉIS. 
Hoy no hay una sola nube. Hay una capa de plomo gris que pesa. Que pesa y que ciega.
Hoy duele.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Me gusta

     Wilco en la cama de un séptimo piso en uno de los lugares más fantásticos (y pijos) de Barcelona es la anestesia más eficaz que he encontrado hasta ahora. Veo las nubes desde aquí, moviéndose apenas unos milímetros, como si no quisieran despegarse de mi ventana por no dejarme demasiado sola en la habitación. Me gusta. Me gusta mucho que se queden aquí a hacer que todo sea más blando y a amortiguar las caídas.
     También me gustan las fotos.
Y que el videoclip de esta canción sean nubes pasando. Y que dure más de 11 minutos.


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