jueves, 27 de diciembre de 2012

















Necesitaba un Cola-Cao y que le dieran las buenas noches.
Pero no necesitaba un Cola-Cao cualquiera ni le daba igual quién le diera las buenas noches.
Quería que fuera su madre quien le preparara la leche, con la sabiduría con la que todas las madres lo preparan, con esa confianza que tienen al remover los grumos, con esas sonrisa natural que no esperan que nadie vea y que a Martina le daba tanta seguridad tan tontamente. Desde bien pequeña recordaba a su madre dando vueltas a la leche de color indefinido con una expresión de calmada felicidad. Y esa imagen movía algo dentro, como mariposas en la tripa. Igual que las mariposas que se agarraban como el viento a las falanges de Violeta en aquella película que decidió convertir en su preferida desde la primera vez que la vio. Eran mariposas tranquilas, insectos de alas coloridas que conseguían darle tregua en medio del caos que era su vida. El Cola-Cao de mamá.
En cuanto a las buenas noches, pasaba de leones, de fotos de amapolas y de frases de libros que ni siquiera entendía. Quería otro animal, otra flor y una frase que nadie hubiera escrito antes  y que sonara real, no a refrán camuflado ni a palabras que parecen espontáneas y no lo son. Es más, no quería otro animal, quería carne, hueso y razón, una persona con diez dedos en las manos y diez en los pies, y sin pelaje. Quería piel y buenas noches de verdad. Y relamer los grumos del Cola-Cao en la cucharilla. 



miércoles, 26 de diciembre de 2012

Match Point For The World.


Hoy es una de esas noches en que podría llenar una página entera con insultos. Porque sí.
Porque odio que la vida dé esos reveses que nos obligan a correr de un lado a otro de la pista para acabar perdiendo la pelota, y el equilibrio. En cuestión de segundos se acabó el buen rollo.
Punto para el mundo.
Si empezaste el partido de risas, basta que mencione alguien un nombre que hacía tiempo que no oías para que se hundan esos meses en que creías tener bajo control todo cuanto ese nombre significa.
Punto para el mundo.
Y cuando consigues reponerte mínimamente de ese primer revés, y te creces al ver que tus mejores amigos te animan desde la grada, uno de ellos pierde la pelota entre las hojas.
Se acabó el buen rollo. Punto de partido para el mundo.
Mira a ver si lanzas las pelotas de otra manera. 



domingo, 16 de diciembre de 2012

Las velas.

Cortó el último trozo de celo y lo puso sobre el lado del papel que le quedaba por cerrar. Se acordó entonces de cuando su compañero de cuarto, en los años en que era estudiante, le había enseñado a utilizar el portacelos para evitar pelearse con él y acabar usando los dientes. 
Le había llevado meses dar con el regalo perfecto y ahora temía que a Eva no le gustase. Pero por otro lado estaba orgulloso de lo que había preparado. 
A ella le daba lo mismo lo que le regalara, se conformaba con el perfume de cada año y con encender velas en la misma mesa de siempre para que no pareciera una cena como las de siempre. Aunque, de cualquier forma, serviría el menú de cada noche: una ensalada y una tortilla francesa, con un vaso de agua para él y una cerveza sin alcohol para ella. 
Realmente lo único que marcaba la diferencia con la cena del día anterior y la del día siguiente eran las velas. 
No aguantó hasta los postres (una natilla de chocolate para él y un kiwi maduro para ella); le tendió el paquete envuelto en papel de regalo y le pidió que lo abriera con la voz quebrada. 
Vio cómo la llama de las velas se apagaba en los ojos de Eva. 
No comieron postre. 



sábado, 15 de diciembre de 2012


Siempre fue así. Siempre quise irme lejos y hacer cosas bonitas, porque ya hay suficiente mierda en el mundo. 
Todavía es así. Todavía puedo coger la mochila, o las botas y subir al primer tren que pase por delante de la puerta. Y que me lleve al borde de las tuberías, donde esta bola azul vomita la basura que producimos. Allí haré lo que siempre he querido hacer: mirar mi reflejo en el agua sin tenerle miedo al animal que me pasó la rabia y que aparecerá sobre la sal de un mar en el que ahogaré todas las bestias. Le sacaré una foto a mis colmillos para colgármela de una correa de cuero y acordarme de quién fui, quién soy y quién seré. Pero te esconderé muy por debajo de la piel para que seas menos, y pueda ser yo más.
Y haré cosas bonitas.


sábado, 8 de diciembre de 2012


Lo primero, o lo útlimo según se mire, son las lágrimas de algunos y los te echaremos de menos, no te olvidaremos, seguiremos siendo amigos, iremos a verte…   Y luego viene cuando no cuentan contigo para los planes de Nochevieja, o cuando deciden irse fuera de la ciudad justo el fin de semana que tú vas a casa.
Pero no duermo peor por estas tonterías. Me basta con que Celia siempre me esté esperando en la esquina de mi calle y Mancholas me de un abrazo sincero y me llame fea.  Lo que de verdad me preocupa es verme dudar si el cajón de las bragas es el de arriba a la izquierda o el de abajo. O cuando no me acuerdo de dónde guarda mi madre las medicinas. O de cómo se graba una película en la televisión del salón donde he pasado tantas horas. Y aún me preocupo más cuando veo que el calendario de Maitena y el de arte urbano se han quedado en la página del 17 de agosto; y pienso que por aquel entonces todavía vivía aquí y era verano y llevaba vestidos blancos y comía helados de regaliz.
Me he asustado este fin de semana porque no sé qué calle es peatonal ni por qué lado pasa el tranvía. Porque me siento como una extranjera en mi propia ciudad.
Lo que os decía, dilemas del primer mundo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

NADAL









Supongo que es porque en la universidad no está puesta la calefacción, y porque esta mañana Nuria me ha despertado levantando la persiana antes de tiempo. Y porque ayer hablé con Celia, y antes de ayer con Leo.
Supongo que es por todo esto y porque los zapatos nuevos me hacen daño. Se me está alargando la semana que acaba de empezar, y no veo el momento de salir por la puerta de la residencia hacia la estación de buses para ir a casa. A CASA.
Supongo que es porque estas son mis primeras Navidades fuera de casa y se nota, aunque hayamos hecho lo posible por decorar la habitación e intentar hacer acogedor el espacio de 15 metros cuadrados que tenemos por dormitorio/baño. Es cierto que no ha quedado nada mal con las lucecitas blancas y los arbolitos de cartulina verde. Además me he traído el edredón de diciembre. Y duermo con la sudadera de siempre.
Pero sigue sin ser lo mismo, porque no puedo salir enganchada al brazo de mi madre para ir a ver las luces del El Corte Inglés ni las de Independencia. Ni tampoco puedo repetirle mil veces a mi padre que ya es Navidad para que me responda siempre que es sólo un invento de los grandes centros comerciales, y una llamada al consumismo y blablablabla.
Me consuela tener el calendario de adviento al lado de la ventana. Y me consuela llevar gorros de lana y saber que mamá nos regalará el pijama calentito del Primark como cada año a mi hermana y a mí, aunque ninguna de las dos empecemos la Navidad en casa.
Resumiendo, ¡feliz Navidad a todos!, especialmente a los que no tiene espíritu navideño.




domingo, 2 de diciembre de 2012

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