Hace un rato que estoy pensando en los siete pecados capitales y no consigo recordar si la traición es uno de ellos. Sería fácil mirarlo en internet y solucionar la duda, pero he llegado a la conclusión, tras una ducha y dos edredones, de que en mi escala de valores la traición es el pecado más grave. Y dentro de la traición, la traición a uno mismo.
¿Qué es lo que provoca que una persona “hecha” rompa todo lo que tanto tiempo le ha llevado componer?
Los humanos nos pasamos la vida intentando encontrarnos, y es una tarea difícil; pero, por muy perdida que esté una persona, los cimientos sobre los cuales uno empieza esa búsqueda de identidad siempre han estado dentro de nuestros cuerpos.
Para que me entendáis mejor (o para que yo misma me entienda mejor), los humanos no venimos vacíos al mundo. No tenemos que inventarnos de cero. Somos un folio en blanco que hay que rellenar, pero ya somos ese folio, ya tenemos un soporte que, aunque frágil, constituye el punto de partida desde el que iniciaremos una interminable travesía para encontrar todo lo que al final de nuestros días compondrá nuestro retrato.
¿Por qué, entonces, querríamos destruir esos cimientos? ¿Por qué querríamos rasgar ese folio?
Lo cierto es que eso que nos empeñamos en derribar es lo único que nos pertenece desde la primera respiración y lo único que nos otorga la condición de humanos. Es una garantía que hay que guardar como oro en paño para que cuando se nos olvide lo que somos, podamos sacarla de la caja blindada y recordarnos a nosotros mismos que por muchas piezas que nos falten para llegar a ser perfectos, la esencia de dicha perfección nos pertenece por derecho.
Tenemos el permiso para edificar, el solar para construir y unos cuantos ladrillos puestos. ¿Para qué pedir otro permiso, otro terreno y un ladrillo de otro color si estos elementos son los que hacen que seamos así y no de otra manera? ¿Qué necesidad tenemos de cambiarnos ENTEROS, si con ello sólo conseguimos perdernos, en el sentido más peligroso de la palabra?
La traición es el pecado más grave y un billete de ida a un lugar lleno de fraudes inmobiliarios.


