Vuelvo de la
universidad, a una hora que depende de una decisión que tomo siempre con un café
delante y medio estómago vacío. Bajo la misma calle de cada día, pero los lunes
es más bonita, porque lo decido yo, porque se cuela el sol entre las ramas de
los árboles que guardan las casas enfundados en su traje de noviembre caluroso.
Llego al parque,
vuelvo la vista atrás para lamer el último rayo de un Lorenzo que cada día se
acuesta antes en el jardín y subo por el ascensor, para qué mentir, hasta el
cuarto piso, con prisa por pegarme a la ventana de mi cuarto para calentarme
las manos en el cristal templado y cerrar los ojos rogando que me acaricie las
pestañas un otoño embustero que no quiere verme con abrigo.
Bajo a comer,
con poca hambre y mucha gula, y no lamo el plato de macarrones porque me parece
que no es lo más apropiado, pero unto bien la salsa con el pan para que el
plato quede limpio y así Regi no tenga que fregarlo.
Subo a la
habitación, en el ascensor, para qué mentir, y me engaño a mí misma sentándome
con decisión en la silla que he convertido en trono, con cara de voyaestudiarperonomelocreoniyo,
así que me tumbo en la cama y en mi vida me he quedado dormida con tanta
rapidez, y me despierto once horas después que en realidad han sido veinte
minutos y que me han sabido a gloria, pero me quita el gusto un café mal hecho
y la amargura de tener que estudiarahoradeverdaddelabuena.
Entro en
conversaciones demasiado obtusas con Balzac, Zola, Emma, Isidorita y acabo
dejando que Julián me hable de cosas más triviales, me invite a un cóctel que
suena mejor que sabe a Agua del Carmen y se vaya tan rápido como ha llegado,
como de costumbre.
Cojo el teléfono
para que papá me dé algún consejo que seguramente no sabré aprovechar, pero
hago ver que soy mayor y que entiendo todo. Entonces decido que mejor me voy a
bailar que hay que pensar menos, pero se me ha olvidado merendar y los lunes
Sarriá siempre huele a sopa. Hay luz en el ático azul de la plaza, pero dejo de
soñar que vivo allí y entro en clase, muevo el culo como puedo mientras babeo
por cómo lo mueven otros, salgo y bajo a cenar. Regi me quiere y me ha
preparado una ensalada que sabe a algo parecido a casa.
Me ducho, salgo
con el pelo mojado, me embadurno en crema y escribo esto.
Y me voy a
dormir. Mañana más sol.
He leído esta entrada de forma acelerada, no sé si la has escrito para ser leída así o es cosa mía. Sea como sea, me encanta.
ResponderEliminarNo te lo vas a creer, pero acabo de descubrir que alguien lee mis cosas y comenta! Qué alegría m´s tonta que alguien del mundo se comunique conmigo a través de este blog. Gracias, supongo que sí que era para ser leído acelaradamente, como cada lunes de mi caótica vida!
EliminarCasi un año después y yo sigo visitando y releyendo este blog.
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