miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Mañana me voy a casa!

La pereza de los lunes, la zalamería de los jueves y el bostezo de cada domingo por la tarde enganchadito al canto de los dientes. To run run run run run y la cuenta atrás para tocar chufa en casa y bailar descosida en la Fokin del viernes. Y si no es mucho pedir, enredarme en la cama con el león de peluche, y con el de verdad ya puestos. Dos capítulos de La Regenta y el doble de manualidades, blanco sobre blanco que me gusta más y el vídeo de los abuelos bailando, que es lunes y me pone de buen humor, por lo menos el rato que dura y el sabor de boca de después. Y como no quedaban frutas para mojar en el chocolate, un trozo de pan de molde con pepitas de negro auténtico con aceite y sal gorda, que sabe a gloria bendita y a calor en la garganta. Hoy he vuelto de la uni con muchas ganas de llorar pero como tengo mucho trabajo he pensado que lloraría más tarde, así que he esperado a acabar el capítulo XXI para ponerme a mojar un poco este lunes que se deshará en agua mañana para que yo pueda concentrarme mejor por eso de que las neuronas trabajan mejor con humedad aunque me lo acabe de inventar. A boy’s best friend is his mother y yo a la mía la echo de menos. Pero es lunes y mañana martes y pasado miércoles y al otro ya es jueves y mi casa me espera, y Celia también y Mancholas y mamá y la tata y papá y Leo y Sara y Elena. Y jo.  


lunes, 28 de octubre de 2013


        "Me despierto con unas ganas tremendas de llorar, pero como tengo mucho trabajo decido que ya lloraré más tarde."








Paula Bonet

martes, 15 de octubre de 2013

Confundían el amor con la costumbre y la rutina con la confianza. Y por eso creían que se querían, que estaban hasta las huesos el uno por el otro y que de aquí al fin del mundo y más allá también. Circulaban por la nacional porque era  más rápido, pero cada uno por su lado encontraba atascos en las carreteras secundarias y lo que llamaban puntualidad en realidad era prisa. No necesitaban mecánico que les arreglara pero la carrocería estaba llena de arañazos y el chapista cobraba caro a estas alturas. Así que preferían la comodidad a la certeza y la confusión a la verdad, porque de verdades ya sabían lo suficiente y no les convencía lo fácil. Lo complicado a lo seguro. No discutían, porque de mala sangre también sabían y era mejor así, la indiferencia por la argumentación. Elegían una película pero la televisión era testigo del aburrimiento de uno y de otro en hora punta, y testigo también de la ausencia de uno y después del otro. Y así caían las hojas de un calendario que compraron porque sí, porque era práctico aunque no bonito: la funcionalidad por la emoción. Los tomates más baratos por los de mejor sabor, el piso más viejo por el más acogedor, el vestido de su madre por el que la enamoró en aquella tienda. La amistad por el amor. Y el amor siempre por la vida.



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