miércoles, 30 de noviembre de 2011

Conversaciones telefónicas.

    [...]

     - Llevo quince días en la cama con Vértigo.
     - Vaya... Te llamaré la semana que viene, entonces. ¿Te ha visto un médico?
     - Me refiero a ella, a Vértigo. 
     - ... Entiendo. No volveré a llamar. Aprovéchala, es mejor que las tormentas. 




domingo, 27 de noviembre de 2011

     Hacía tiempo que quería hablar del llanto de mi hermana. En realidad, del momento previo a su llanto. Es un fenómeno extraño. Sé cuándo mi hermana va a romper a llorar porque unos segundos antes en su cara se dibuja una sonrisa infinitamente grande, eterna, un gesto infantil casi. Entonces, cuando parece que esa sonrisa va a instalarse en su simétrico rostro de por vida, algo se quiebra y se desata la tempestad que nadie esperaba. 
Es algo parecido a lo que ocurre con las gomas elásticas con las que se atan los manojos de puerros. Esas gomas parecen no acabar nunca de estirarse, hasta que terminan por romperse y liberan toda la tensión que han acumulado echando a volar y descargando un inesperado latigazo.
Con mi hermana pasa lo mismo, sólo que ella avisa con esa sonrisa enternecedora que segundos después se deshace en lágrimas. 


    A este cuaderno le quedan pocas hojas por rellenar. En cambio el cuaderno de mi vida está vacío y empapado por culpa de las tormentas. Hojas vírgenes de color hueso chorreantes de odio y desesperación.
Así que he decidido poner punto y final a estos meses de naufragio en mares a base de lágrimas, porque los barquitos de papel no aguantan mi peso y mi madre se cansa de llevar el timón.
De modo que a partir de ahora borrón y cuenta nueva. Aunque en mi siguiente travesía me acompañarán los de siempre, por supuesto. Pero más sonrientes.
Quien quiera participar en este viaje, que firme un poco más abajo y ponga sus datos.
Gracias.


 Miau.

viernes, 25 de noviembre de 2011








Nació bailando con Luna, y desde aquel instante la hizo su compañera de por vida. Hoy sigue maullando, incansable.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Supertramp.

No hago nada productivo desde hace una hora. Por lo menos productivo para mi vida académica.

Me limito a pensar en las cosas que de verdad tienen valor para alguien como yo: un viaje a ninguna parte como la más vagabunda de todas, como Alex Supertramp, como lo que soy, un alma perdida más en un mundo cada vez más dormido, pero cada vez menos soñador.
Firmaría ahora mismo para irme a recorrer Estados Unidos con el pulgar levantado esperando que otro vagabundo me recoja y me acepte como compañera de un viaje del que no espero nada sino que sea un recorrido por lo que todavía puede seguir calificándose de LIBRE.

Clara dentro de unos años.

viernes, 4 de noviembre de 2011

C L A R A

Lo que mejor me describe es un párrafo sin orden ni concierto, los gatos negros en noches de tormenta eléctrica, las cucharillas de helado en la boca o en una tarrina de helado de regaliz de la heladería que en un futuro heredaré. Bailar y teatrear, que, al fin y al cabo, son una misma cosa; fotografiar en blanco y negro y vivir en blanco y negro, con algún color de vez en cuando, rojo amapola en mis labios de piquito, o marrón castaña en las botas que siempre calzo. Las obsesiones. Obsesión por los zapatos, obsesión por el pelo corto y oscuro, obsesión por los ojos, obsesión por las personas zurdas, por los nombres, por las fechas, por las margaritas, por los girasoles, por noviembre, por la lluvia, por el frío, por el trece, por el doce. Obsesiones porque sí y obsesiones porque no. Obsesión por las mujeres, por Almudena, por Rosa, por Lizzie, por Amélie, por Jenny, por Lulú, por Maitena, por Lourdes, por Annie H., por Matilde, por mamá… Por las que viven dentro de mí, Sabina, Iria, Luna, Vértigo, Dorian y tantas otras más...Y obsesión por algunos varones, por Supertramp, por Yann, por Eddie, por Jack, por Holden, por Johnny, por Astor. De todos los colores y de todas las formas. De todos los tejidos y de cualquier procedencia, aunque mejor de un lugar en el que se pueda soñar con libertad y vivir con imaginación. De un mundo en el que quepan ladrillos rojos, ventanales enormes, mares salados, y dulces, y lunas de cuento, abrazos de oso, besos de película, manos huesudas, ríos de tinta, hojas en blanco, renglones torcidos, músicas independientes, respiraciones agitadas, jadeos, latidos, mordiscos, caricias, un tú, un yo; y ,¿por qué no?, un nosotros; un ahora, un futuro, muchos desayunos, sábanas revueltas, calientes, húmedas, ovillos de lana mojada, jerseys muy viejos, pantalones muy altos, cantidades industriales de vestidos con vuelo, de encaje, de negro, con manga francesa y espalda de bailarina, sin mucho tacón, mejor descalzos. Y barcos de papel, muchos barcos de papel. Y de cáscara de nuez. 

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